Ser fotógrafa familiar me enriquece más de lo que en un principio podía imaginar. Me lleva a conocer infinidad de familias cada una con su casuística particular. Hoy te confesaré que una de las cosas que me hace especial ilusión es ser el regalo de alguien. Cuando recibo el encargo de preparar un vale para una sesión fotográfica, siempre me imagino la ilusión, el asombro o la cara de «¿en serio?» de la persona que recibe el regalo.

Cuando L me contactó, me explicó que ella y L son las mamás de la pequeña L y que les encantaría tener fotografías de las tres creando una mirada especial hacia la lactancia. Conscientes de lo especial de esta etapa, me explicó que estas fotografías eran un regalo para celebrar como la teta les acompaña y es que hemos amamantado en mil lugares y de diferentes formas, para alimentar pero también para dormir, consolar o para llegar a un lugar donde las palabras no acceden.

Forma parte de nuestra rutina, al principio lo hacemos poniendo toda nuestra atención y sin darnos cuenta un día te sacas el pecho casi sin pensar y donde se precise. Y sabemos que un día, al igual que todas las etapas que rodean al bebé, esta también terminará, y ellas tendrán un lugar donde reencontrarse con este momento en forma de imagen.

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